20 noviembre 2022

Adaptarse o morir de hambre: la COP27 destaca los desafíos agrícolas y las soluciones frente al cambio climático
Laura Quiñones Protesta de activistas ambientales en Sharm El-Sheikh durante la COP27

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Los pequeños agricultores de los países en desarrollo producen un tercio de los alimentos del mundo, pero sólo reciben el 1,7% del financiamiento, incluso cuando se ven obligados a hacer frente a sequías, inundaciones, ciclones y otros desastres.

Este sentimiento resonó en docenas de pabellones y salas de conferencias en Sharm el-Sheikh el sábado, cuando la COP27 centró su atención en el tema vital de la adaptación, la agricultura y los sistemas alimentarios en el contexto del cambio climático.

“Necesitamos ayudar a las poblaciones rurales a desarrollar su resiliencia ante los fenómenos meteorológicos extremos y adaptarse a un clima cambiante. Si no, sólo pasamos de una crisis a la siguiente. Los pequeños agricultores trabajan duro para producir alimentos para nosotros en condiciones difíciles”, dijo Sabrina Dhowre Elba, embajadora de Buena Voluntad del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), durante una conferencia de prensa.

Como mujer somalí, Dhowre Elba indicó que este problema era personal: cuando comenzó la COP27, su país había experimentado cuatro temporadas de lluvia fallidas consecutivas, un evento climático que no se había visto en 40 años.

“No puedo quedarme de brazos cruzados mientras las madres, las familias y los agricultores sufren en el Cuerno de África, que experimenta la sequía más grave de su historia reciente”, explicó, e instó a los países desarrollados a movilizar voluntad política e inversiones.

 “Se pusieron a disposición billones de dólares para hacer frente a la pandemia de COVID-19 y sus consecuencias económicas. Lo mismo se necesita para el cambio climático. Lo mismo se necesita para el apoyo a la agricultura sostenible. Es crucial para el bienestar y la seguridad alimentaria de todos”, agregó.

Los fondos para la adaptación deben ser entregados

PMA Haití/Theresa Piorr

 Dina Saleh, directora regional del FIDA, advirtió que no ayudar a las poblaciones rurales a adaptarse podría tener consecuencias peligrosas, ya que provocaría más pobreza, migraciones y conflictos.

“Es por eso hoy hacemos un llamado a los líderes mundiales de las naciones desarrolladas para que cumplan su compromiso de aportar 100.000 millones de dólares al año en financiamiento climático a las naciones en desarrollo y canalizar la mitad de esa cantidad para la adaptación climática”, subrayó, recordando que ese compromiso se asumió hace trece años sin que aún se haya concretado.

Saleh apuntó que existe una “ventana estrecha” para ayudar a los pobres de las zonas rurales a sobrevivir y proteger a sus comunidades, y que el rendimiento de los cultivos podría reducirse hasta en un 50% para fines de siglo.

La elección es entre adaptarse o morir de hambre”, afirmó, exhortando a que la COP27 se traduzca en acción, credibilidad y justicia para los invisibles y los silenciosos.

La importancia de invertir en innovación


Si bien el sector agrícola y alimentario se ve profundamente afectado por el cambio climático, también contribuye con cerca de un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, desde la producción hasta el consumo, planteó Zitouni Ould-Dada, director adjunto de la División de Clima y Medio Ambiente de la FAO, urgiendo a transformar los sistemas agroalimentarios.

No podemos continuar con el modelo actual de producir alimentos y luego degradar el suelo, disminuir la biodiversidad, afectar el medio ambiente. No. El modelo a seguir debe ser sostenible”, puntualizó.

El experto argumentó que si se toman las decisiones correctas, la agricultura puede ser una parte importante de la solución para combatir la crisis climática al secuestrar carbono en el suelo y las plantas, y promover la adaptación y la resiliencia.

“No podemos producir los alimentos para nutrir a una población en crecimiento con el modelo actual, con la amenaza del cambio climático. No podemos”, insistió.

Lo primero que el mundo debería abordar, abundó, es el desperdicio de alimentos, responsable del 8% de las emisiones globales de gases.

“Tenemos alrededor de 828 millones de personas que pasan hambre todos los días. Y, sin embargo, tiramos un tercio de los alimentos que producimos para el consumo humano. Necesitamos cambiar nuestra mentalidad, nuestro modelo de producción, para no perder y desperdiciar alimentos”, recalcó.

Añadió que en términos de soluciones, aprovechar el poder de la innovación es crucial para reducir las emisiones, ayudando a adaptar la agricultura a un clima cambiante y haciéndola más resistente a las adversidades no sólo causadas por el cambio climático, sino también por pandemias o guerras.

“Innovación en el sentido más amplio, como la agricultura de precisión, donde hay riego por goteo combinado con energía renovable para que tener eficiencia. Pero también es importante la innovación que aprovecha el conocimiento tradicional de los pequeños agricultores, porque está sucediendo todo el tiempo”, enfatizó Ould-Dada.

La sociedad civil pide transformación financiera y económica
Laura Quiñones

Los representantes de la ONU no fueron los únicos que resaltaron la necesidad de que los países inviertan en la transformación y cumplan su promesa de financiamiento de la acción climática.

Una protesta masiva encabezada por una coalición de organizaciones ambientales, de mujeres, indígenas, jóvenes y sindicalistas tomó los caminos entre los pabellones de la COP27.

“El derecho a los territorios, el derecho a los recursos, los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas, las pérdidas y los daños deben estar en todos los textos de negociación…. el aumento límite de 1,5ºC no es negociable, eso es lo que defendemos aquí”, detalló Hindou Oumarou Ibrahim, ambientalista chadiana y defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La activista afirmó que su pueblo está muriendo por las inundaciones y las sequías, mientras que algunas comunidades indígenas del Pacífico están perdiendo sus tierras.

“Queremos tener justicia. Justicia para nuestro pueblo, para nuestras economías por pérdidas y daños. Estamos perdiendo nuestra cultura, nuestra identidad, nuestra vida, y eso no se paga, pero hay que entregar el financiamiento climático”, gritó en medio de cientos de manifestantes.